En la vida real (fuera del escenario) me han llamado: Car, Carli, Carlu, Carlis, Carlita, Carlota, Carlucha, Carluchi, Carloncha, Carlanga, Carlos, Carlitos, Charlie, Chu, Chux, Chunita, Chunli, Churrumina, Chiqui, Chiquita, Corazón, Cosa, Cosita, Bonita, Bombóm, Bombona, Pokemona, Pokeoso, Amiga, Amor, Amoricto, Loca, Loquita, Flaca, Flaquita, Negri, Negrita, Bebé, Bebota, Gorda, Gordi, Mamita, Gringa, Gringuita, Muñe, Muñeca, Reina, Princesa, Linda, Puta, Putita, Putona, Perra, Perrita, Gata, Gatita, Neurus, Hormiga, Loli, Petri, Petriyo, Petrilo, Petrilio, Potrillo, Ño, Ñoña, Ñoñosa, Mordelona, Gregré, Gruñona, Pitufa, Bichito, Bruja, Vampira, Puerquito...
La lista sigue. A lo que quiero llegar; me tildan de estoica o pragmática cuando digo que todo, absolutamente todo es relativo. Hay que admitirlo: Las verdades tienen fecha de vencimiento. Existen las opiniones y la dificultad a veces demasiado evidente de definir y definirse. Estas nomenclaturas dan cuenta de las diferentes interpretaciones que hay sobre lo que soy. ¿Será momento de ponerme a armar el rompecabezas?
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