martes, 27 de marzo de 2012

Primer domingo de otoño

En una casa silenciosa, en un barrio mudo, probamos medallones de cerdo y nos sometemos a la tarea de buscarme un hogar. La tarde transcurre a media luz, a media lluvia. Somos tres soledades que se hacen compañía. Nos angustian los precios de los inmuebles, la economía que ahoga y la conciencia de ser parte de una generación desencantada. En la sobremesa, planeamos "el éxodo porteño". Soñamos a la inversa de lo que siempre creímos: la granja, la vida sustentable y las mañanas eternas. Un suspiro prolongado y volvemos a pelear con el negocio inmobiliario.
Llega la noche y hace frío.
Fabio me presta un sweater para salir a la calle.
La despedida dura más de lo habitual.
(creo que con la llegada del otoño crece exponencialmente la necesidad de un abrazo).
Camino para llegar a no sé dónde.
Otra vez, soy vagabunda.
Otra vez, con la mochila a todas partes.
Otra vez, soy una pueblerina sin casa.
Otra vez, creo que voy a encontrar mi lugar.
Al menos, lo voy a intentar...
"Oh! I get by with a little help from my friends"

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