Estuve en mi casa de Balcarce, en esa habitación que parece un agujero Hobbit en plena Comarca. Cuando era adolcescente, no tuve mejor idea que escribir las paredes de mi pieza con marcador indeleble. Por lo tanto, nunca se borraron (ni lo harán en mucho tiempo) las frases que me rodeaban, aquellas que me ispiraban y otras tantas que brotaban de mi cabeza y se plasmaban ahí sin el filtro del papel y la corrección. Fueron dos las que me llamaron la atención. Una cita de "La cámara lúcida" de R. Barthes que dice:
"La vida está hecha así, a base de pequeñas soledades"
La otra, simplemente algo que escribí:
"Por el camino de piedra, voy caminando o volando
y busco caer al mundo y no lo logro.
Respiro cielo y angustia reprimida
y sueño mil cosas que nunca serán.
Miro hacia atrás para que nada se me escape de las manos"
...y al leer esto me pregunto cuál será el punto de conexión entre aquella lejana melancolía y esta que me ataca cada tanto, en medio de una tarde, en una ciudad indiferente.
y busco caer al mundo y no lo logro.
Respiro cielo y angustia reprimida
y sueño mil cosas que nunca serán.
Miro hacia atrás para que nada se me escape de las manos"
...y al leer esto me pregunto cuál será el punto de conexión entre aquella lejana melancolía y esta que me ataca cada tanto, en medio de una tarde, en una ciudad indiferente.
2 comentarios:
Maravilloso abrazo de las palabras.
Gracias por el recordatorio!!!
Tiene su punto eso de poder regresar a la trinchera de la adolescencia y encontrarse en las paredes escritas. A mi me encantaría tener ese lugar en Balcarce y como decís vos, que nada se me escape de las manos.
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