lunes, 13 de septiembre de 2010

Final de una historia

“Que lástima que el domingo está tan pegajoso, el vestido ajustado que me compré me va a dar mucho calor”, pensó Camila. “Aunque todavía falta un día, el clima puede cambiar en un día”, se tranquilizó. Era cierto, muchas cosas pueden cambiar de un día para otro.

Camila no podía más con su nerviosismo. Faltaba sólo uno. Un día para que llegara ese bendito lunes que le traería a su amor de vuelta. Ése al que había esperado un verano entero. Le había costado mucho convencerlo de que volver era la mejor opción. Le había costado sangre, sudor y lágrimas (como dice el dicho) además de celos, desamor, rabia y muchas idas y vueltas. Pero llegaría y podría descansar al fin en sus brazos. Camila esperaba. Sus fantasmas esperaban. Sus ilusiones esperaban. Sus manos, temblaban. Tenía miedo. Todo era muy frágil y perfecto.

Ella esperaba y sonó el teléfono.

Camila corre sin parar. Corre por las escaleras circulares de su edificio. Piso tras piso. Corre agitada. Corre sin tomarse de la baranda. Corre. Recuerda sus palabras. Su mente turbulenta le dicta un mantra demoníaco:


“Cami, vos sos una número uno

pero no sos MI número uno”


Escucha a Manuel. Su Manuel. Ése que ahora es de otra. Sigue corriendo. Llega a la terraza. Ve las sábanas, las polleras, medias y saquitos, esas cosas que la gente cuelga al sol. Ya no piensa, no quiere saltar, no sentiría el impacto. Ya está muerta, ya tiene el corazón pálido de contener tanta angustia. Comienzan a sonar los acordes de una melodía que le dice:


“Yo puedo ver el mundo y comprender el paso de los dias

Y entendernos sin palabras,

abrazando nuestro cómplice silencio

Tu risa vuelve el tiempo mas liviano y vulnerable

y pierden peso

Las cosas del mundo son mejores

A través de tu mirada

Donde corre el agua…

Donde sopla el viento…

Puedo ver a traves de tus ojos”


Vemos sus ojos café. Camila empieza a llorar con el espíritu desnudo. Se toma las manos, siente vergüenza de sí misma. Y la canción sigue:


“Ya nada se detiene las cosas son distintas
Y atravesando un muro de viejas armaduras
Las formulas no tienen mas sentido
Tus ojos me despiertan si me quede dormido
Yo sueño tu futuro y lo vivo cada dia
Y en cada cosa que hago
Vos siempre estas conmigo
Donde corre el agua
Donde sopla el viento
Puedo ver a través de tus ojos”


Sigue llorando. Camila nos mira. Nos ve y se ve a ella misma.

Ella, a la que sólo le faltaba UN día para ser feliz.

Ahora sabe que es sólo Ella.

Ella sola. UNA sola.

Sólo UNA.

UNA.

1 comentario:

Makuni dijo...

precioso! la vi, la vi a camila corrier, detenerse, escuchar, frustrarse, ser una, sólo una.

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