viernes, 25 de febrero de 2011

Madame Bovary


Miro por la ventana, porque en los pueblos, las ventanas equivalen al escenario de un teatro o a la pantalla de un cine. Me quedo parada un largo rato delante de ese límite de vidrio que separa dos mundos intermitentes. Detrás mío, los conocidos que murmuran y viven sus experiencias, no se percatan de mi ausencia emocional. Proyecto la mirada al infinito, a ese horizonte que imagino detrás de las casas, los árboles, los vecinos, los perros y una infinidad de formas en movimiento. Suenan télefonos, vuelan comentarios y se retuercen por todos lados muchas ideas sin sentido. Pierdo el conocimiento de mi propia voz, arrugo con los dedos apretados una punta de mi remera. Me muerdo los labios para degustar tanta rabia contenida. Pienso en las certezas de antaño y en lo que la nostalgia me dejó tras una noche de sueños hirientes.
Me acuerdo de Emma Bovary, postrada y muerta en vida esperando a León, ese amor imaginario, sin besos, sin futuros posibles, sin nada más que el leve recuerdo de su presencia en aquella sala.
Queda el eco de sus pensamientos girando en mi cabeza, en un loop que con el paso del tiempo, se irá borrando. Como el propio León. Como todo recuerdo. Como toda existencia.

"El amor, poco a poco, se fue apagando por la ausencia, la pena se ahogó por la costumbre y aquel brillo de incendio que teñía de púrpura su cielo pálido fue llenándose de sombra y se borró gradualmente".
(Madame Bovary. Gustave Flaubert)

2 comentarios:

Makuni dijo...

Como me marcó Flaubert con este personaje, pálido y lleno de amor.

Babs Drake dijo...

Limpiaba los marcadores del chrome (?) y me volví a cruzar con tu espacio.

Le mando un saludo, espero que siga escribiendo :)

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